viernes, 8 de agosto de 2008

Proclama del 14 de mayo del 2007

“Somos el Sindicato”
“ SIN.POL.UR”
SINDICATO DE POLICIAS
DEL URUGUAY
Fundado, el 17 de octubre de 2006

SEÑORA MINISTRA DEL INTERIOR
Maestra Daisy TOURNE
Presente:

Montevideo, 14 de mayo de 2007.

PROCLAMA SINDICAL

Ante el reciente asesinato del POLICIA LUIS RIVERA;
y la SITUACION ACUSIANTE ECONOMICA, SOCIAL Y LABORAL DE LOS INTEGRANTES DE LA POLICIA.


Ciudadanas y Ciudadanos, Familias, Compañeras y Compañeros Policías:

Acabamos de despedir hace unos días en su última morada a un compañero más, de una larga lista.

Aniquilado cobardemente por delincuentes, mientras hacía algunas horas para el sustento de su familia; y a que precio?, mientras un ministro por ahí con soberbia y falto de humildad, dice que no hay dinero para gastos y para nuestros sueldos, integrando una elite de privilegiados; y no repara en el sueldo oneroso que gana.

La policía no resiste más ésta postergación, los cuentos, las promesas, el marketing barato, la baja remuneración, las condiciones de trabajo y seguridad, los censos de todo tipo; y para que?, la indiferencia de los mandos y las autoridades políticas.

Hemos dado lesiones a nuestra sociedad de lo que somos capaces de soportar, a pesar de ser considerados por todos los actores, ciudadanos de segunda; y tener una gran carga de obligaciones y deberes; y de derechos?

Así como vemos que cayo un policía, han quedado cientos de familias destruidas, y truncadas como la de éste servidor público, y citaríamos tantos casos de aquí y de allá; la muerte del Oficial Coitiño cuando estando franco, acude voluntariamente al llamado de una rapiña en proceso, y lo matan a quema ropa con un tiro en la cabeza, el Agente Fagundez haciendo el servicio 222 en una distribuidora, también es asesinado de la misma forma; y seguiríamos con la nómina, por acción de la delincuencia; y esto nos muestra, que las balas de los delincuentes no eligen jerarquías, ni discriminan entre oficiales y personal subalterno, las balas matan policías.

Pero lo que es peor, seguirán destruyendo el seno de las familias de toda la sociedad, rapiñando y matando comerciantes u obreros del transporte, cometiendo arrebatos a niños, mujeres y personas ancianas, entre tantos delitos que hoy en día no se perciben, y pasan por nuestras caras; pues a la policía no se le dan los medios ni humanos, ni materiales, ni el respaldo para enfrentar eficientemente este caos de inseguridad; pero si se le se exige, y presiona a costa de lo que sea, y nuestros mandos superiores lo saben, y el ser humano policía no aguanta más.

El policía está desmotivado, desmoralizado, frustrado, resentido, harto de tanto verso e injusticia; y que los superiores no tengan el carácter de decir “alto”, a aquellos que quieren digitar y manosear nuestra institución, y a sus integrantes; y sacar provecho por intereses particulares y de poder.

Nos hemos transformado en una policía de aldea, donde se nos digita los servicios según quien viva, y en que lugar, o que persona pública o importante es víctima de la inseguridad, desplegando todos los medios, y exigiéndonos a los mandos medios y personal subalterno en las unidades lo imposible, para que el diputado, el ministro, el fiscal, el gran empresario, o la figura pública del momento; no se queje, ni por asomo reclame ineficacia de la policía; y que eso haga temblar algún sillón; mientras el resto de los ciudadanos trabajadores y personas de bien, tienen que suplicar que por lo menos pase algún patrullero o se vea algún policía caminando por el lugar.

Nuestras mujeres y niños, nuestras familias al vivir en lugares donde conviven delincuentes, son amenazadas, hasta patoteadas, incluso el propio policía; y a nuestros mandos no se les mueve un pelo, claro son familias de milicos, y que se defiendan como puedan, total piensan que un policía es difícil que les haga temblar el sillón.

A los policías, no tienen por que defenderlos los jueces, no es su competencia, su cometido es administrar justicia; por supuesto nos van a conducir si somos blanco de acusaciones o denuncias entre ellas por corrupción; por supuesto que nos van a conducir; sí por celos del servicio o errores funcionales, cometemos abuso de funciones, o lesiones; y quizás es probable que seamos procesados sin lugar a dudas; pero por otro lado lastiman y lesionan policías en espectáculos públicos deportivos y musicales, sufrimos atentados, desacatos y la falta de respeto a la autoridad, algo muy común y habitual; y en esos casos no se mide con la misma vara nuestra investidura, la autoridad que representamos y la responsabilidad que asumimos; de igual forma que en las primeras situaciones, para determinar responsables y dictaminar una sanción penal; como si nuestra función fuera algo laxo, que se pierde en su esencia o no se quisiera reconocer.

No nos tienen que defender los periodistas, no les corresponde, su cometido es reflejar acertadamente o no, la realidad de los hechos.

No nos tienen por que defender los políticos, por que tampoco es su competencia, y tienen intereses mas redituables, que preocuparse por los policías.

Y a todos ellos no les corresponde:

A quienes sí les corresponde, es a nuestros mandos superiores, que tienen la misión de comandar una fuerza y velar por la integridad de sus mujeres y hombres.

Son quienes tienen que salir al cruce, aunque tengan que perder un cargo, una investidura, o ser trasladados, como ha pasado por dar la cara a la sociedad y expresarle crudamente la situación por la que pasamos; sin recursos materiales y humanos para afrontar nuestra difícil tarea, con una situación económica y social lamentable.

Preguntarles a todos los actores de la sociedad, que policías quieren?; y conminarlos, que piensan hacer con ella?; y mientras esperamos alguna respuesta; seguimos en el vaiven de la incertidumbre a costa nuestra, y de la propia sociedad.

Impulsarnos a que seamos los defensores de los derechos de toda la sociedad a través de una vida digna como trabajadores, cumpliendo cabalmente con nuestra misión; o dejar que todo pase a nuestros ojos, y darle la razón en los hechos a nuestros mandos medios y policías subalternos, que realmente no hay que hacer nada, aplicando el “Síndrome de la Plancha”, hasta que la situación nos colme, o no quede otra opción; o bajar la cortina de la Institución.

Terminemos sí; con el “Síndrome de la Plancha”, donde la patología es llegar, estar, permanecer y pasar a la posteridad, habiendo sido el Jefe de …, el Director de …, el Sub Secretario de … y seguiríamos enumerando; sin dejar nada a cambio y solamente haber pasado; todavía a veces ni habiendo estado en unidades de primera línea de combate policial; y sí de oficina en oficina siendo muy eficientes en los papeles y hábiles para decir “si señor”, en esa justificación barata, simplista, y cómoda: “de que estamos para cumplir ordenes”, y así nos ha ido en la historia del país por esa concepción, sin defender, sin cuestionar, ni discutir, ni adoptar posiciones a costo de los más sacrificados, nuestro personal subalterno y nuestros mandos medios.

No son jefes de sección o gerentes de un banco, empresa u oficina pública; se supone que son responsables y conductores en el acierto o en el error de las mujeres y hombres del personal subalterno y los mandos medios, los cuales se subordinan por derecho, para que sean comandados, contenidos y protegidos; pues siempre son los héroes de la película, y los primeros en caer si algo sale mal; donde en ellos siempre recae la muerte o una responsabilidad penal, administrativa o civil, cuando además no existe respaldo; pues es más fácil limpiar el honor o hacer el “culto de la plancha” descargando la responsabilidad en los escalones más débiles y sacrificados de la Institución para mantenerse y seguir estando, y de esa forma salir airoso cueste lo que cueste; siempre argumentando “falta de disciplina”, “de dedicación”, “ de que el policía no quiere nada”, y se olvidan que policías somos todos desde el último agente de la izquierda hasta el Inspector General de la derecha

No es tan fácil, cuando ya no se puede jugar con la arbitrariedad del mando, el despotismo y la desviación de poder; sumiendo al policía en la injusticia, por que los policías individual y colectivamente, ahora reclaman y reclamarán sus derechos dignamente, como trabajadores y personas; después de tanto tiempo de malos vicios, y donde algunos han levantado la vos en la defensa de estas nobles causas, y fueron poco menos que desterrados, o considerados traidores, por no mantener el “falso espíritu de cuerpo que nos impusieron y nos han inculcado”.

Ahora hay una organización sindical, unida con la fuerza de todas las organizaciones del país; y a ella, tendrán que hacerle frente; pues podrá resultarles fácil sí, para engañar a la sociedad, expresar “que son policías mala conducta, que son indisciplinados, que no han asumido el régimen disciplinario”; y además queda lindo y suena bien, y sin posibilidad de cuestionar esa afirmación, viniendo de una autoridad policial encumbrada en su cargo, a la cual le han dado el mismo; no solo “para parecer, sino para ser”; y administrar en especial y a conciencia los recursos humanos, tan valiosos que debe cuidar, proteger, y que siempre tarde o temprano gracias a ellos logran la proyección en su carrera; pero ante ellos estará el Sindicato, y una ofensa gratuita y barata a cada uno de nuestros trabajadores, será la ofensa para la organización gremial que lo representa.

Nuestras compañeras policías, que tan doblemente sacrificadas cumplen la función, sin ninguna condición especial, aguantando la presión y las exigencias del servicio, debiendo sortear espacios para atender a sus familias, mechando en su tiempo que le queda, el 222 ,que tampoco pueden dejarlo de hacer. No debe haber angustia más difícil de sobrellevar; cuando un niño ve a su mamá irse de su casa con su uniforme de policía a trabajar, y después el 222, con un sin numero de pensamientos y conciencias, de saber que su mamá es policía, y saber que la pueden matar; ¿ y cuando renunciamos al calor que nos da nuestra madre, la palabra de aliento, la comida caliente, los deberes?; y ahí están nuestras mujeres policías a la par, sobrellevando su vida entre su familia que todo es reclamo, y su servicio que todo es exigencia; y todavía le quedan fuerzas y amor para darle a sus hijos al volver a casa.

Invitamos a todos los policías, mujeres y hombres de todas las jerarquías y escalafones a unirnos; no se dejen intimidar por el miedo, las amenazas, las persecuciones, la ignorancia, la indiferencia; o esperar que les suceda algo, o los asesinen, y vuestras familias no sepan como vivirán desde ese momento; y dejar de seguir siendo unos postergados.

Agente Luis Rivera, no es en vano tu sangre derramada, ni la de tantos policías y bomberos muertos, y lesionados gravemente, hasta quedar incapacitados, como el Agente Soca, que hoy ésta entre nosotros; que de por vida estará en su silla de rueda, dejado inválido por un menor infractor, que ahora le llaman “cariñosamente, gurises”; y que la propia sociedad a la cual atacan, defiende en forma cómplice e ingenua con las organizaciones sociales, jurídicas y políticas en pos de la defensa de los derechos humanos, solo para ellos y flechados.

Toda organización tristemente necesita de sus mártires, para reflexionar, para asumir compromisos, o por lo menos para encender esa llama en los corazones que muchos no parecen tener, y son policías.

A la sociedad le decimos: no sabemos cual será la política de gobierno en materia de seguridad; no sabemos si usaremos camisa blanca, celeste, o color rosa; no sabemos si tendremos que volver por orden, a decir demagógicamente “sirviendo a la sociedad” cuando atendemos al público, o si llamarán algún artista plástico para que pinte nuestros patrulleros, y luego le coloquen la leyenda “sirviendo a la comunidad”; no sabemos si en el futuro usaremos arma o no; no sabemos si de ahora en adelante tendremos que leerles los derechos a los delincuentes; o tendremos que recordarles los nuestros y los de todos los ciudadanos de bien de este país; no sabemos si se preocuparán más por la situación de los presos y menores infractores “los gurises”, que por la situación de nuestra familia y nuestros niños; no sabemos si les importará que vivamos en asentamientos o no; no sabemos si mañana tendremos comida para nuestros hijos, la calefacción, un par de zapatos, o una frazada para taparlos, o el tiempo para que en su crecimiento vean que tienen una madre o un padre a los cuales poder disfrutar, y que deberían estar a su lado como cualquier ciudadano y trabajador en navidad, en un feriado, en el día del niño, de reyes, o en los cumpleaños; y lo que es peor, no sabemos si tocaran algún día la puerta de nuestra casa para anunciar lo peor.

Si sabemos, que nos debemos a la sociedad, y donde haya un policía y lo llamen, estará franco o de servicio; pues claro que sí, somos policías las 24 horas; y sin embargo nuestros mandos se debaten cada vez que hay un policía asesinado, si estaba o no de servicio, y si le cabe el beneficio de tener la honra “de haber muerto en acto del servicio”.

Es claro, el único beneficio seguro para los policías de la primera línea, y nadie se hace cargo, es la muerte o el procesamiento, si cometemos un error.

Si seremos iguales ante la ley, que ante un enfrentamiento, no tenemos ninguna prerrogativa especial por ser policías y tener la obligación de hecho por nuestra vocación de servicio y derecho por nuestra legislación para jugarnos la vida; si matamos a un delincuente en un enfrentamiento policial, defendiendo la vida de los ciudadanos o de la nuestra misma; tendremos que demostrar como todo hijo de cristiano frente a los jueces, que no tuvimos otra opción, y que fue en legítima defensa; miren que responsabilidad para estar tan mal pagos y cotizados.

Si será insalubre, el morir con un tiro en la cabeza, o quemado en un incendio, o infectado por HIV, con tuberculosis, o con una hepatitis B, adquirida en una cárcel en contactos con los reclusos, o con los delincuentes o menores infractores en las unidades policiales, o con accidentados, o cuerpos de días; donde nadie agarra viaje, ahí estamos solos los policías, los bomberos, los guardia cárceles, la policía científica; donde nadie va, ni se anima a ver un niño sufrir por hambre, o que sufre abandono, o que hay que rescatarlos muerto; donde cualquier ciudadano común entraría en pánico, o estrés por vivir una sola cosa de las señaladas, cosa que el policía, y el bombero la vive a diario; sin contención alguna, de ningún tipo, por una paga cuyo sueldo base es de 1.504 pesos, con un conjunto de beneficios complementarios, que a penas llegan a los $ 6.000, que no aportan a nuestra futura magra y miserable jubilación; preguntémosle a nuestros jubilados, que después de 30 a 35 años de servicios, desgastados y abatidos por lo duro de la vida policial, tienen que salir hacer changas o entrar en una empresa de seguridad por 10 pesos la hora. Que poco que nos cotizan, y dicen los ciudadanos con razón que pagan muy buenos impuestos; pero a nosotros se nos paga muy mal.

Nos tratan como ciudadanos de segunda, pero que tan imprescindibles e importantes parecemos para que siempre escuchemos cuando menos lo pensamos; el grito de auxilio, reclamando un “policía”.

Asistiendo partos en barrios que nos desprecian y somos atacados, salvando vidas, defendiendo a la gente en cualquier territorio y situación, en una casa potentada de carrasco o en un humilde rancho de un asentamiento, donde también vivimos cerca o en él; ahí estaremos; no estarán los asesores de saco y corbata, ni los letrados en seguridad, ni los expertos en estadísticas delictivas, y en análisis sociológicos; ni los que hablan de la situación carcelaria, y no estuvieron ni medio día conviviendo en un módulo carcelario con 500 presos a cargo de un oficial y dos policías, y con cuantos ejemplos seguiríamos ilustrando.

Nadie mas que nosotros somos concientes que no podemos permitir a pesar de nuestro moribundo aliento por estas situaciones, que estos señores que atentan contra la vida y el patrimonio de los uruguayos, vivan en la impunidad de un sistema que los cobija, y que los pone de victimarios en victima, ante la pasividad y los ojos de todos los ciudadanos, que van a nuestras sacrificadas comisarías a preguntarnos: ¿que hacemos?.

Somos policías, somos la “delgada línea azul” entre la civilización y la barbarie; y estamos dispuestos a dar la vida aunque desearíamos que nuestras familias, y en especial nuestros hijos no escucharan esto; aunque muchas familias no tuvieron esa oportunidad, lo vivieron; y en ese sufrimiento que padecemos todos cuando nos matan a un compañero, estamos solos, incluso en la indiferencia de una sociedad que supo que ese policía dio la vida por alguien que nunca se lo va agradecer.

Los legisladores de todas las épocas fueron muy generosos para establecer nuestras obligaciones y deberes, pero cuando llegaron a los derechos, hicieron la vista gorda; el hecho de que la policía se riga por leyes especiales, no quiere decir que se desconozcan nuestros derechos, pues antes que policías somos seres humanos.

Somos y seremos, la Fuerza Sindical de vanguardia, que velará por los derechos de nuestros trabajadores policiales, y sus condiciones económicas, sociales, y laborales, y contribuiremos e incidiremos sobre la marcha de nuestra Institución y la calidad del servicio que se presta a la sociedad; pues no hay políticas, ni leyes, ni decretos, ni resoluciones u ordenes que valgan; ni presión, ni amenazas, ni exigencias, ni jerarquías; si la materia prima que es el policía no esta anímicamente, ni voluntariamente dispuestos, ni sostenido por una vida decorosa que lo saque de la postergación; para responder a los reclamos y requerimientos tan reales y desesperados de la sociedad; si los policías y sus familias, no tiene las mínimas necesidades básicas satisfechas.

Reivindicaremos, exigiremos y lucharemos por un sueldo digno donde todos los beneficios complementarios, inclusive el 222 sean volcados a nuestros aportes jubilatorios, tanto que se habla de los aportes en negro; y así poder tener una pasividad digna. Tuvo que venir un Sindicato para que descubrieran que el trabajo de un policía es insalubre, en la calle, o en una unidad policial, el del policía penitenciario, el del bombero, el de un policía científico. Tuvo que venir un Sindicato para demostrar, que la función policial a lo largo de la vida profesional y de las experiencias que vive, genera estrés y enfermedades profesionales; ¿nunca se dieron cuenta nuestras autoridades sanitarias y profesionales de la medicina, médicos y psicólogos de nuestro Hospital Policial?, que había que hacer algo por la salud ocupacional de nuestros policías; o es que primero tienen que saber y posicionarse donde están parados, para tomar conciencia como atender y asistir a un policía, y que no solo pasa por diagnosticar a la ligera, ordenar quitarle el arma, darle ansiolíticos y antidepresivos y mandarlos para la casa, argumentando causas que ni ellos mismo saben reconocer; y los entendemos, pues no solo alcanza con la investidura médica, sino hay que conocer la clase de trabajadores que atienden, y lo que en la práctica es ser policía.

Eso no es atención profesional seria, eso es llenar la formula como siempre se hizo en esta Institución Policial, y nuestro Hospital Policial no escapa a ello; sintiéndose dichos funcionarios en una isla fuera de todo contexto sin reparar que tienen una fuente de trabajo gracias a que existe la Policía; es por ello que les imploramos, y les exigimos que traten a los policías y a sus familias con la humanidad, la humildad, y la dedicación que nos merecemos, y que entiendan que son una unidad de apoyo a los que nos jugamos la vida en la calle todos los días; para ello aportamos a nuestra sanidad.

Vamos a descubrir ahora, que los policías viven en asentamientos, en ranchos y con una profunda situación de vivienda que los llevan a la desesperación, originándose situaciones de violencia doméstica; donde las familias se sienten desprotegidas, pues tampoco tienen la preparación para contener a esa mujer u hombre que llega de su servicio desencajado por lo que vive, por la presión y las exigencias de su servicio, terminando en suicidios en los hogares o en las unidades policiales, o arremetiendo con un arma contra compañeros con jerarquía o no; por algo que no hemos sido capaces de resolver institucionalmente.

Que el 222 se pague en fecha y no atrasado como ocurre en el interior, pues al policía no lo contemplan los recibos ni los impuestos; por la vivienda, y sacar a los nuestros de los asentamientos y ranchos, mientras el Banco Hipotecario gasta miles y miles de dólares pagando al Ministerios del Interior para que los policías cuiden por 222 las viviendas deshabitadas.

Llevar la jornada laboral a seis hora, ya que no hay dinero; entonces que se trabaje menos horas por lo que se paga; y que el horario de trabajo sea correspondido a la paga; no conocemos funcionarios públicos y con muy buenos sueldos, que sabiendo que su trabajo es de seis hora y de lunes a viernes; no se le respete las condiciones de trabajo del mismo; y en la policía se cortan las licencias anuales, las licencias semanales, sin respetar el derecho a los descansos que cualquier trabajador debe usufructuar; los policías dejan horas y horas de servicio fuera de lo que le corresponde; situación que ningún funcionario público lo permitiría; sino es por horas extras.

El salario vacacional, la media hora no gozada, el seguro de vida, la nocturnidad; que muchos trabajadores públicos y privados tienen; los traslados indiscriminados en el interior, sin repararse donde vive ese policía, y que repercusiones puede tener en su familia y en su vida, debiendo viajar hasta 200 km. para llegar a su trabajo en horarios que no le dejan espacio para su vida privada y con su familia.

Le preguntamos Señora Ministra; ¿si tanto prurito, da abolir la privación de libertad de los policías por faltas disciplinarias, y que tanto hemos reclamado por una cuestión de humanidad y justicia; y aparentemente se lo impide la Ley; ¿Por qué ?, sí el servicio 222 que también está regulado por Ley, no se cumple respetando su normativa; en cuanto a que el mismo es voluntario, y no puede efectuarse durante el servicio ordinario; sin embargo los policías y oficiales, somos enviados por orden, sin decisión voluntaria, inclusive dentro del servicio, o no respetando nuestros descansos semanales; y si nos negamos a cumplir dicho servicio ajustándonos a la norma, se nos persigue, y se nos aplica sanciones disciplinarias en forma totalmente arbitraria. ¿Por que Ministra hay que llegar a éstas situaciones violentas, coartando la libertad del policía sin distinción de jerarquía y escalafón para decidir libre y voluntariamente si hace o no 222, así lo requiera la necesidad del servicio. ¿Cuáles son nuestros derechos, y el tiempo libre para disponer de nuestras vidas?

Solicitamos e insistimos, en abolir la privación de la libertad ambulatoria, un recurso muy mal utilizado por las jerarquías tanto del personal subalterno como del personal superior; ésto además viola el precepto constitucional, en el cual nadie puede ser privado de su libertad, sino es por orden judicial; y cuando solo se ha cometido una falta administrativa al reglamento de disciplina, y que se administra unilateralmente y subjetivamente por los mandos, sin brindarle un clima de garantías y derechos para que el policía pueda defenderse; y sin que luego las consecuencias sean las persecuciones, disfrazadas y solapadas en faltas a la disciplina.

¿Cuáles son las leyes que valen?

Nuestros policías destituidos por motivos políticos y sindicales, en momentos que no estaban dadas las condiciones como ahora, a pesar de que existía el mismo marco legal; y nunca hubo voluntad política, y servía más tener sumidos y resignados a los policías para que fuera un problema menos a solucionar; ellos las pasaron y hoy son nuestros héroes y nuestros mártires; son nuestra fuente de inspiración al igual que nuestros retirados, pues ellos han escrito la historia de una Policía postergada y relegada; aquí hay bomberos, policías y tantos que se jugaron en las movilizaciones históricas del año 87 y 92 en plenos gobiernos democráticos, donde recibimos la solidaridad de la sociedad; y no había Sindicatos, ni fuerza política que nos reconociera el derechos constitucional de agremiarnos como hoy lo hace la fuerza política que ocupa el gobierno; la pasaron muy feas, y hoy la siguen pasando, con penurias económicas, sin su fuente de trabajo, que creyeron en ella y por eso lucharon por una mejor dignidad y calidad de vida y trabajo; a ellos les decimos, no fue en vano, la semilla que ustedes sembraron, ya ha germinado y estos son los resultados; pero les decimos que no nos rendiremos hasta que se apruebe una ley, decreto, o resolución ministerial que logre reparar el daño hecho a vosotros, pues no toleramos más postergaciones, y no toleran vivir más así ustedes, simplemente por haber luchado por lo que hoy reclamamos y defendemos en esta plaza.

Pero nosotros mismos y nuestras organizaciones, exigiremos y no les perderemos pisada, y nos tendrán detrás, de aquellos que tienen la responsabilidad por derecho y de hecho de decidir y conducir con conocimiento, moral, dignidad, honestidad, carácter, coraje, humanismo y “liderazgo” una fuerza, organizada, armada y disciplinada, la cual integramos; como así también a la autoridad política de turno, que a lo largo de la historia de la policía, sus integrantes hemos visto muchísimos demagogos, que han utilizado el Ministerio del Interior para proyectarse políticamente a costa de la miseria de nuestros policías, silenciados y sumergidos por el poder, que cínicamente conducen malas políticas y pésimas administraciones, que recaen en el sufrimiento y la indefensión que vive la sociedad a consecuencia de ello.

Esperaremos Ministra, su disposición para negociar y tratar estos y otros temas, y esperaremos una pronta reunión como es voluntad de ambas partes; pero no nos dejaremos llevar por reuniones fraternas, amenas, y con el mejor de los ánimos; si no aportan nada y están llenas de demagogia; pues nuestras y nuestros policías esperan afuera, no solo las buenas intenciones, y la voluntad, que cualquier persona con coherencia y responsabilidad debe tener, sino la ejecutividad de las decisiones por la cuales pasa la vida de los integrantes de la policía y el destino de una sociedad, pobre, pero digna como lo es su policía.

La vida de un policía, no se arregla con honores y entregándole el pabellón nacional que cubrió su féretro a la viuda y a sus hijos; el pabellón nacional, es un símbolo que representa la Patria, y para los policías es un honor dar la vida por ella y sus habitantes; pero no queremos que la entrega de ese símbolo incólume y magno, constituya un mero acto ritual, sin contenido; ese contenido se que se logra con beneficios dignos para el policía y su familia; por que somos los únicos funcionarios públicos con excepción de nuestras fuerzas armadas; que por tres pesos, tenemos que sacrificar nuestras vidas en pos de la sociedad; y si tenemos que morir, que sea en paz sabiendo que nuestras familias no quedarán en la miseria; si eso es servir a la Patria, que poco valoran a sus policías el Estado, que tanto reclama para su servicio

Tampoco se arregla haciendo acto de presencia y poniendo cara de circunstancia; se arregla preocupándose por nuestros policías día a día en todo los sentidos, y jugándose la camiseta como lo hizo éste policía y todos los que han caído en cumplimiento del deber, y quizás sin tener opción; es por ello que les pedimos a los mandos que son los responsables de nuestro destino y de cada uno de los policías, que sigan su ejemplo, si es que tienen dignidad.


“Somos el Sindicato”

SINDICATO DE POLICIAS DEL URUGUAY

“SIN.POL.UR”

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